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Irelia Pérez Morales, Cuba
De espaldas al silencio
Mi corazón camina de espaldas al silencio,
destrenza sus arrugas, borracho de luciérnagas;
en rodajas muy finas ya está servido el Tiempo…
(Hoy sólo quiero abriles cantando primaveras).
De champán estrellado se disfrazan mis sueños;
van a los candelabros, y perfuman sus velas
con ese aroma a cita, que una noche de estreno
incrusta para siempre sobre las candilejas.
Unicornios disgregan la sal de mis corazas;
el corazón se acuesta junto al fuego, desnudo,
para esperar –muy tibio– tus caricias. Mañana
pueden llover otoños; puede volverse humo
mi piel, tras los molinos que derribe tu lanza…
Si vienes esta noche, ¿qué me importa el futuro?
Hambrienta carcajada
Si vuelves a regar mis sementeras
con el fuego viril de tu cascada,
en tétrica y hambrienta carcajada
bajarán en alud las cordilleras.
Si derriban tus toros las barreras
y llegan con su sangre desbocada
a la tibia humedad de mi quebrada...
otro Diluvio habrá... (de primaveras).
Si navega tu proa por encima
de mi mar de tormentas... y lo domas;
o te siembras en él, desde una rima,
y en tsunami me arrastras a las lomas...
Quizás entienda al fin, sobre la cima,
cómo vuelven a casa las palomas.
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